Hoy en la tarde, en medio del
profundo pesar de, prácticamente, todo un pueblo, se dio cristiana sepultura al
joven estudiante Joao Bone Quiroz, quien falleciera el pasado lunes en la ciudad capital, como
producto de un problema en sus órganos internos, hasta ahora no esclarecidos,
aunque sus familiares han manifestado que, de la necropsia de ley, se descarta
toda posibilidad de que el joven hubiese ingerido alguna sustancia química,
como se especulaba en un principio.
El
acompañamiento fúnebre, considerado por muchos como el más numeroso, jamás
realizado en esta parroquia, inició desde la casa del duelo mismo, ubicada en
el recinto El Aguacate, desde donde se conformó una extensa caravana de
vehículos que le acompañó hasta el ingreso de la cabecera parroquial de
Tonchigüe.
Allí,
alrededor de 400 estudiantes del colegio Técnico Nacional Tonchigüe, plantel
donde él estudiaba, le esperaban con una extensa calle de honor. Luego el
féretro fue ingresado brevemente hasta el plantel donde, hasta la semana
anterior, recibió sus últimas clases. Posteriormente, el cortejo fúnebre se
trasladó hasta la Iglesia Católica Virgen de Lourdes, donde se ofició la misa de
cuerpo presente.
En
ese lugar, el templo quedó pequeño ante tanta gente que quería participar del
rito religioso, no obstante, las decenas de personas que quedaron afuera del santuario
siguieron respetuosamente la misa de despedida de aquel chico que, hasta la
semana anterior, estaba lleno de vida y era de uno de los más destacados
estudiantes del colegio Técnico Nacional Tonchigüe.
Una
vez culminada la misa, trasladaron el cuerpo hasta el cementerio general de
esta parroquia, acompañado de la nutrida presencia de sus familiares, amigos, compañeros
de estudios, maestros, allegados, conocidos y, en general, de practicamente
todo el pueblo, cuyo número de acompañamiento, según cálculos estimados,
fácilmente sobrepasaba las mil personas.
Ya
en el campo santo, se vivieron escenas
de dolor, pues el pesar por la prematura partida de este joven tonchigüense, se
reflejó en el rostro, no solo de sus familiares, sino de sus amigos y de sus
compañeros de colegio, de sus maestros y de quienes de una u otra forma le
trataron en alguna ocasión y de todos quienes le acompañaron a su última morada
que, con lágrimas inconsolables, cumplieron con la penosa tarea de depositar el
cadáver en la tumba fría donde ahora descansa por siempre este joven
tonchigüense que se nos adelantó en el viaje a la eternidad.
Que haya paz en la tumba recién
abierta de Joao Carlos Bone Quiroz,
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