Los mitos y creencias de nuestros
abuelos con ocasión de la Semana Santa van quedando en el olvido y, pocas son
las personas que aún recuerdan los temores que tuvieron en su infancia cuando
llegaba esta fecha, pues se abstenían de salir de casa para evitar encontrarse
con algún animal diabólico o con alguna procesión de ánimas en pena.
Según remembranzas de
personas de avanzada edad, cuando ellos eran niños les habían hecho creer que
si se bañaban en el mar o en el río durante los días de Semana Santa, se
convertirían en pescado. Sus padres, durante los días viernes, sábado y domingo
de la Semana Mayor, como le denominaban, no trabajaban y dedicaban esos días a
las adoraciones, rezos y plegarias dirigidas a Jesucristo, el Redentor del
mundo.
Anteriormente tampoco se
podía cortar árboles en el transcurso de la Semana Santa, porque se tenía la
creencia que, de esa forma, se maltrataba a Jesucristo y además se creía que le
salía sangre al árbol si le cortaban una rama, por muy pequeña que esta fuera.
Tampoco se podía
practicar la pesca o la cacería y se contaban leyendas de personas que habían
disparado contra algún animal y, pese a encontrar la sangre en el sitio donde
se le había visto, el cuerpo no aparecía por ningún lado. También se decía que
muchos que habían intentado ir de cacería en esas fechas, encontraba serpientes
por doquier y ello les impedía realizar la actividad que pretendían hacer.
Por otro lado, según las
versiones de nuestros abuelos, también se respetaba estrictamente la tradición
de no comer carne y, en los hogares del campo, con anticipación se proveían de
peces naturales o enlatados en gran cantidad para poder alimentarse durante
toda la Semana Santa.
En todo caso,
todas estas creencias y tradiciones han ido desapareciendo poco a poco y, en la
actualidad, muchos consideran que esos mitos se crearon para que todos
respetáramos la Semana en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección
de Jesucristo, quien es considerado, por varias religiones, como el Redentor
del mundo.
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