lunes, 25 de marzo de 2013

Diabetes mata lentamente a un joven padre de familia.




Una terrible enfermedad que, según diagnósticos médicos sería la diabetes, arrebató lentamente la vida de Lupercio Aquiles Pinargote Bone, de 58 años de edad, quien luego de más de 4 años de una intensa lucha contra el mal que le aquejaba y que le había quitado dos de sus cuatro extremidades, dejó de existir en la noche del pasado viernes cuando los galenos habían culminado una última intervención quirúrgica en la que le amputaban su tercera extremidad.

            Según referencias de familiares, el ahora occiso, quien por muchos años trabajó en una unidad de transporte La Costeñita, de la cual era su propietario, empezó a sentir debilidad en su cuerpo hace aproximadamente 4 años atrás y, pese a las intervenciones médicas realizadas, no lograron controlarle la enfermedad que le aquejaba y, hace dos años, empezó a perder la visión y, posteriormente, debieron amputarle una pierna.

            Sin embargo la amputación no fue suficiente, la enfermedad le seguía consumiendo hasta que perdió la visión totalmente y, en esas circunstancias, los médicos señalaron que, para mantenerlo con vida, debían amputarle la otra extremidad inferior y, en efecto, así se lo hizo.

            No obstante, pese al cuidado de sus familiares y a la asistencia médica permanente, la enfermedad continuaba imparable y, en los últimos días, los médicos diagnosticaron la necesidad de amputarle uno de sus brazos, intervención quirúrgica que se le practicó en una casa asistencial de la ciudad de Esmeraldas, sin embargo, una vez culminada la operación, el infortunado ciudadano, dejó de existir.

            Lupercio Pinargote Bone, era oriundo del recinto El Aguacate, de la parroquia Tonchigüe, aunque hace más de 30 años, con su familia se radicó en la ciudad de Esmeraldas, lugar en el que residía hasta el momento de su fallecimiento.

            El extinto fue sepultado en la tarde del pasado sábado en el cementerio “Jardines de la Paz”, de la ciudad de Esmeraldas, en medio del dolor y llanto de sus familiares, amigos y allegados que le acompañaron hasta el lugar de su morada eterna.


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