La vieja Polonia: obrera, tradicional y católica, elevó ayer a su presidente, Lech Kaczynski, a las alturas del histórico castillo de Wawel, donde sus restos reposarán rodeado de reyes, héroes y destacadas personalidades del país, ocho días después de la tragedia de Smolensk.
Los féretros de Lech Kaczynski y de su esposa María fueron acompañados a la salida de la Basílica de Santa María, donde se oficiaron los funerales durante más de dos horas, por miles de voces que entonaban el himno nacional polaco y una gran salva de aplausos.
En el cortejo mortuorio a pie, que encabezaron Marta, la única hija del matrimonio presidencial, y Jaroslaw Kaczynski, el hermano gemelo del presidente, figuraba la curia polaca completa y las autoridades del país, como el primer ministro, Donald Tusk, y el presidente en funciones, Bronislaw Komorowski.
El presidente en funciones de Polonia, Bronislaw Komorowski, agradeció en su discurso este hecho y recordó que la delegación que encabezaba Kaczynski se dirigía al bosque de Katyn, donde en 1940 fuerzas soviéticas asesinaron a más de 20 mil oficiales polacos y una gran parte de la élite intelectual del país.
Komorowski expresó en los funerales su deseo de que las muertes en el siniestro de Smolensk "no sean un sacrificio inútil" y sirvan para "la reconciliación entre polacos" y "la reconciliación con la Nación Rusa para superar la tragedia de Katyn".
lunes, 19 de abril de 2010
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