martes, 5 de julio de 2011

Tonchigüenses cuentan odisea vivida por accidente en Quito.


En la tranquilidad de su humilde hogar, ubicado en el barrio Las Acacias de la parroquia Tonchigüe, dialogamos con Leopoldo Benítez Trejo, quien en la tarde del martes de la semana anterior, sufriera un aparatoso accidente en la ciudad de Quito, cuando se transportaba en el interior de una Ambulancia del IESS, acompañando a su suegro que había sido transferido a Quito, por un problema en el corazón, vehículo en el cual también iba la hija del enfermo y esposa de Benítez.

            El humilde ciudadano tonchigüense, quien se dedica a la actividad pesquera en nuestra parroquia, nos cuenta que, al momento del accidente, sintió un impacto fuerte al lado derecho de la ambulancia y luego empezaron a dar vueltas de campanas hasta que el vehículo se impactó con un árbol y un  poste.

            “El vehículo dio 3 vueltas de campana; no sé en cuál de ellas me salí del interior y caí en el asfalto perdiendo el conocimiento por breves instantes y cuando pude restablecer el conocimiento, desde el piso vi  que en el interior de la ambulancia estaba mi esposa inconsciente, como muerta. A mi suegro también lo vía bañado en sangre”.

            Comenta que, felizmente las ambulancias llegaron pocos minutos al lugar del accidente “y nos tomaron a nosotros cada quien por su lado, no sabía a dónde llevaban a mi esposa, ni a mi suegro. Desde la ambulancia llamé a mi mamá y brevemente le comenté que nos habíamos volcado”, indicó.

            Agrega que la ambulancia los trasladó hasta el Hospital del IESS Carlos Andrade Marín, poco antes de las 16:00, sin embargo no fue atendido hasta casi las 21:00, pues lo único que recibió, luego el accidente, fue los primeros auxilios por parte de los paramédicos de la ambulancia.

            Señaló que mientras estuvo en la camilla, al interior del Hospital, totalmente sólo, sentí dolor a la columna y a la cabeza. Posteriormente llegó una amiga de la familia y recién allí le atendieron, luego de la presión que hizo esa amiga que le llegó a ayudar.

            Explica que mientras yacía en la camilla, desde Tonchigüe le informaron que su mamá, una hermana y un tío, habían emprendido el viaje hacia la capital, no obstante, recién al siguiente día, a las 11:00, les pudo ver.

            Indica que, con la presencia de su mamá el personal médico de la casa de salud, como que se empeñó más en la atención, “pues desde que ingresé como a las 4 de la tarde del martes, hasta la misma hora del día siguiente, sólo me mantuvieron con suero y no me habían hecho ninguna curación y peor análisis alguno”, señala.

            “Recién como a las 4 de la tarde del miércoles me subieron a un cuarto y me hicieron las primeras curaciones. Al siguiente día me llevaron a otro cuarto para hacerme uno análisis porque presumían que estaba sangrando internamente. Allí me pusieron oxígeno, pero me empecé a preocupar porque vi que de ese cuarto sacaban personas muertas, eso me hizo subir la presión y los médicos me sacaron inmediatamente de ese sector”, comenta Benítez.

            Manifiesta que al siguiente día, el jueves por la mañana, le informaron que lo del sangrado estaba descartado, lo que le dio mayor tranquilidad, no obstante, le preocupaba un dolor a la altura de la columna, pero luego de los exámenes respectivos y tomas de radiografías, se descartó que hubiese fractura o alguna complicación mayor.

            “Ya como a las 4 de la tarde de ese jueves me dieron el alta y me llevaron al hotel donde estaba hospedada mi mamá hasta el día siguiente en que emprendimos el retorno a la parroquia Tonchigüe y aunque todavía me siento adolorido, esto más tranquilo junto a mi familia y mis hijos”, señaló Benitez Trejo.

            Mientras tanto su esposa, Ana Estupiñán Arce, comenta que el impacto fue una cosa horrible, no recuerda lo ocurrido, pues perdió la noción del tiempo durante el vuelco y cuando despierta ve a su esposo que estaba tirado en el asfalto, mientras yo estaba en el interior de la ambulancia con mi papá; luego veo que la doctora y el conductor de la ambulancia rompían el vidrio”, señala.

            Agrega que posteriormente los paramédicos de socorro que llegaron al sitio oportunamente, sacaron a su papá del interior de la ambulancia accidentada y posteriormente a ellas, “aunque conmigo hubo cierta dificultad porque tenía aprisionado un pies, pero felizmente lograron sacarme y allí mismo recuerdo que me pusieron una inyección”.

            Agrega que no podía abrir las vistas porque se le habían introducido vidrios y le molestaban para la visibilidad. Posteriormente fue trasladada hasta el Hospital Carlos Andrade Marín, donde le atendieron, refiriendo que allí las enfermeras le informaron que su esposo y su papá se encontraban en esa misma casa de salud, en otras habitaciones.

            Explica que mientras estaba en el lecho del dolor, sus pensamientos estaban con sus hijos, pues temía por lo que pudiese ocurrirle a ella y a su esposo, “es una situación muy difícil la que se vive en esos momentos”, refirió.

            Señala que felizmente al siguiente día le informaron que los golpes no revestían mayor gravedad, ni la afectación en la vista, por lo que le dieron el alta y luego paso a asistir a su esposo y su papá, refiriendo que su progenitor, luego de la intervención quirúrgica que debía recibir por el asunto del corazón, había sido dado de alta el viernes en la tarde y confirmó que una hermana suya le llevó a la ciudad de La Liberta(Provincia de Santa Elena), para pasar unos días allá, donde ella reside.

            La humilde dama señala finalmente que ahora se encuentra más tranquila junto a sus hijos y su familia aquí  en la parroquia Tonchigüe, luego de los duros momentos vividos, por 3 días de la semana anterior en la ciudad capital.

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