El sol brillaba en lo alto del firmamento tonchigüense, como rindiendo un
caluroso homenaje póstumo a una de las damas más hermosas que salió de las
entrañas de la parroquia Tonchigüe y que, en ese momento, ayer martes en la
tarde, aunque nadie lo quería, porque se hacía difícil asimilar que ella estaba
en un cofre mortuorio, era trasladada hasta su última morada.
Yulexi Álava Garzón, sólo
había cumplido 20 años de edad y, por esas circunstancias que son difíciles de
entender, emprendió el viaje al reencuentro con el Supremo Creador. Seguramente
él, la necesitaba para adornar, con una estrella más, el hermoso firmamento de
aquel pueblo que, en ese momento, despedía físicamente a la encantadora dama
que, no hacía mucho tiempo, se había comprometido en unión libre con quien
viajaba al momento de la tragedia que, posteriormente, le quito la vida.
Un nutrido cortejo
fúnebre la acompañó hasta el cementerio general de la parroquia Tonchigüe y
allí, lo más difícil. Tocaba despedirla, dejarla de ver, darle el último adiós
aquí en la tierra. Sus padres, sacando fuerzas de flaquezas intentaban mostrar
cierta serenidad en uno de los más difíciles momentos por los que debe pasar un
ser humano.
Sus hermanas, sus hermanos y muchos de sus
familiares, no asimilaban, no lograban comprender, no sabían, no entendían, porque
debían despedirla prematuramente y se resistían, querían mantenerla un momento
más, no querían dejarla en una tumba fría, pero había que hacerlo y allí quedó.
Sí, quedó su cuerpo, porque su alma,
seguramente bella como lo fue su cuerpo físico, viajó a la constelación de
estrellas del supremo creador, mientras en la memoria de sus familiares, y de
quienes tuvieron el placer de conocerla, se inmortalizaba en los gratos
recuerdos vividos junto a ella.
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