martes, 4 de agosto de 2015

Procesión marítima se realizó en Tonchigüe.


La fidelidad por cumplir con la divina patrona era más fuerte que el frío y las dificultades que presentaba el mar por el intenso viento que les acompañó en el recorrido.

Eran aproximadamente las 09:00 de la mañana del último sábado y en la población pesquera de Tonchigüe se veía el corretear de la ciudadanía de un lado a otro, pues era el día que se había anunciado para la procesión marítima de la efigie de la Virgen de Monserrate y nadie quería perderse la oportunidad de participar de ese emocionante ritual religioso.

Poco a poco la playa se iba llenando de gente y, un número considerable de pescadores, bajaba desde sus respectivas viviendas, unos en hombros y otros en triciclos, sus motores fuera de borda, mientras otros empujaban sus lanchas hacia la orilla del mar.

Familias enteras esperaban por alguna embarcación que les pudiera llevar, mientras otros ya venían listos para abordar la embarcación familiar.

Traslado de la virgen.

También estaban algunos turistas y se habían dispuesto varias lanchas para transportar, a quienes quisieran ir, hacia el barco ‘Mi Chano’ que encabezaría la procesión.

Alrededor de las 10:30, un grupo de fieles llevaban sobre sus brazos la imagen de la virgen y la ubicaron en una embarcación para, posteriormente, trasladarla hacia el barco que esperaba a la divina pasajera y. una vez allí, la ubicaron en un sitio seguro, cerca del gran trasmallo y, junto a la imagen, varias personas que entonaban la plegaria del Santo Rosario.

Cuando el sol estaba en lo más alto del firmamento ya se habían reunido alrededor de 50 embarcaciones y, dentro de ella y en el barco, más de 300 personas.

A las 12:00 empezó la procesión. El ruido del motor del barco y los de las lanchas se mezclaba con  el suave cántico del viento y el ronroneo de las olas del mar.

El recorrido.

La procesión marítima pasó por las costas de Same y, luego, por Súa hasta llegar a Atacames en donde hicieron el retorno aproximadamente a las 13:00.

El viento estaba más fuerte, las olas se elevaban mucho más y la carrera a contracorriente se hacía emocionante. El movimiento de las lanchas provocaba golpes fuertes contra las olas y se levantaban grandes porciones de agua salada mojando a pilotos y ocupantes.

La fidelidad por cumplir con la divina patrona era más fuerte que el frío y la dificultad de retorno. Había gritos y algarabías por el jugueteo de las lanchas entre las olas del mar y el agua que caía, se la recibía como bendición  de la sublime santa que, en imagen, acompañaba a los que habían acudido a la procesión.

La llegada.

A las 14:00 se llegó con cierta calma frente a Tonchigüe y, allí, cada embarcación, con sus ocupantes, emprendió el retorno hacia tierra firme para culminar, con éxitos y sin novedades, una más de las procesiones que, con ocasión de las Fiestas del Pescador, se realizan anualmente por estas fechas en la parroquia Tonchigüe.

La última en desembarcar fue la imagen de la virgen que, posteriormente se la ubicó en la gruta donde ella permanece en un sector ubicado en la esquina de las calles Malecón Jesús Vera Palma y 26 de noviembre.

Durante todo el recorrido de la procesión, un miembro de la Marina, estuvo atento a cualquier situación anómala, pues hacía el recorrido en una moto acuática con la que se movilizaba entre las embarcaciones que participaban del ritual religioso.

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