La fidelidad por cumplir con la divina patrona era más
fuerte que el frío y las dificultades que presentaba el mar por el intenso
viento que les acompañó en el recorrido.
Eran aproximadamente las 09:00 de la mañana del último sábado y en la
población pesquera de Tonchigüe se veía el corretear de la ciudadanía de un
lado a otro, pues era el día que se había anunciado para la procesión marítima
de la efigie de la Virgen de Monserrate y nadie quería perderse la oportunidad
de participar de ese emocionante ritual religioso.
Poco a poco la playa se iba llenando de gente y, un número considerable
de pescadores, bajaba desde sus respectivas viviendas, unos en hombros y otros
en triciclos, sus motores fuera de borda, mientras otros empujaban sus lanchas
hacia la orilla del mar.
Familias enteras esperaban por alguna embarcación que les pudiera
llevar, mientras otros ya venían listos para abordar la embarcación familiar.
Traslado de la virgen.
También estaban algunos turistas y se habían dispuesto varias lanchas
para transportar, a quienes quisieran ir, hacia el barco ‘Mi Chano’ que
encabezaría la procesión.
Alrededor de las 10:30, un grupo de fieles llevaban sobre sus brazos la
imagen de la virgen y la ubicaron en una embarcación para, posteriormente,
trasladarla hacia el barco que esperaba a la divina pasajera y. una vez allí,
la ubicaron en un sitio seguro, cerca del gran trasmallo y, junto a la imagen,
varias personas que entonaban la plegaria del Santo Rosario.
Cuando el sol estaba en lo más alto del firmamento ya se habían reunido
alrededor de 50 embarcaciones y, dentro de ella y en el barco, más de 300
personas.
A las 12:00 empezó la procesión. El ruido del motor del barco y los de
las lanchas se mezclaba con el suave
cántico del viento y el ronroneo de las olas del mar.
El recorrido.
La procesión marítima pasó por las costas de Same y, luego, por Súa
hasta llegar a Atacames en donde hicieron el retorno aproximadamente a las
13:00.
El viento estaba más fuerte, las olas se elevaban mucho más y la carrera
a contracorriente se hacía emocionante. El movimiento de las lanchas provocaba
golpes fuertes contra las olas y se levantaban grandes porciones de agua salada
mojando a pilotos y ocupantes.
La fidelidad por cumplir con la divina patrona era más fuerte que el
frío y la dificultad de retorno. Había gritos y algarabías por el jugueteo de
las lanchas entre las olas del mar y el agua que caía, se la recibía como
bendición de la sublime santa que, en
imagen, acompañaba a los que habían acudido a la procesión.
La llegada.
A las 14:00 se llegó con cierta calma frente a Tonchigüe y, allí, cada
embarcación, con sus ocupantes, emprendió el retorno hacia tierra firme para
culminar, con éxitos y sin novedades, una más de las procesiones que, con
ocasión de las Fiestas del Pescador, se realizan anualmente por estas fechas en
la parroquia Tonchigüe.
La última en desembarcar fue la imagen de la virgen que, posteriormente
se la ubicó en la gruta donde ella permanece en un sector ubicado en la esquina
de las calles Malecón Jesús Vera Palma y 26 de noviembre.
Durante todo el recorrido de la procesión, un miembro de la Marina,
estuvo atento a cualquier situación anómala, pues hacía el recorrido en una
moto acuática con la que se movilizaba entre las embarcaciones que participaban
del ritual religioso.
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