Con una iglesia abarrotada de fieles católicos, en
la noche del pasado sábado, el Obispo de Esmeraldas Eugenio Arellano Fernández,
cumplió con unir en santo matrimonio a tres parejas tonchigüenses, durante una
ceremonia religiosa efectuada en la Iglesia Católica Virgen de Lourdes de la
parroquia Tonchigüe, ceremonia en la que también bautizó a un menor, hijo de
una de las parejas que, en ese momento, también recibía el sacramento del matrimonio.
“Hoy
es un día grande para este pueblo, porque tres familias vienen a la iglesia a
dar gracias y a ratificar su matrimonio. Yo las felicito a Ustedes señoras,
porque sus maridos las quieren mucho. La prueba más grande de amor que un
hombre puede darle a una mujer, es traerla a la iglesia y, ante el altar,
decirle te quiero. Y Ustedes esposos han sido valientes, porque no les ha dado
vergüenza, porque normalmente los varones como que se acholan un poco con estas
cosas. Así que felicitaciones”, con esas palabras textuales inició la ceremonia
el Obispo esmeraldeño, destacando también el bautismo que realizaría en el
mismo rito religioso.
El Perdón.
Posteriormente
invitó a los fieles a pedir perdón a Dios en este tiempo de Adviento en el que
se camina hacia la Navidad. “Les invito a pedirle perdón a Dios, porque muchas
veces nos volvemos egoístas, hacemos sufrir a los que nos rodean; otras veces,
nos volvemos medio orgullosos y humillamos a los demás; y, en otras ocasiones,
nuestro corazón se endurece y no nos compadecemos del sufrimiento que nos rodea
y, por ello, al mismo tiempo que pedimos perdón a Dios, vamos a pedirle que nos
dé un corazón compasivo siempre”, señaló.
Más adelante, en la reflexión sobre
la lectura del evangelio que se refería a un pasaje de Juan Bautista, en el que
reconocía que él no era el Mecías, sino que había otro que venía detrás de él,
el cual era la luz y la verdad, el Obispo hizo un llamado a los hermanos del
Grupo de Retiros Parroquiales Juan XXIII para que ellos continúen con la difícil
tarea de mantener la palabra del evangelio viva en la parroquia Tonchigüe. “He
venido por Ustedes de una manera especial, por Ustedes. Quiero que sigan fieles
a sus reuniones, a sus encuentros”, dijo.
“Hay algo que tiene mucha fuerza
de testimonio y es cuando perdonamos a quien nos ha ofendido, cuando somos
capaces de hacer favores a quienes se portan mal con nosotros, cuando no
llevamos en cuenta el mal que nos hacen, cuando amamos a nuestros enemigos,
cuando rezamos por los que nos persiguen, cuando perdonamos a todos. Por eso el
Movimiento tiene que crear en esta parroquia ese camino del perdón”, señaló.
La Familia
Luego se refirió a la familia como la célula de la
sociedad y dirigiéndose a los padres de familias y a las parejas que, en ese
momento se unirían en matrimonio, les dijo que sus hijos serán mañana, lo que
ellos, como padres, son ahora.
“Créanme, a los niños de hoy, les
espera un futuro muy lleno de agresividad. Ustedes ven que esta agresividad va
creciendo por todas las partes. Las personas han perdido la paciencia, han
perdido la capacidad de soportar las dificultades de la vida, el más fuerte
abusa del débil, el estudiado se ríe del ignorante, el rico mira desde arriba
al pobre y, en cada uno, se ha vuelto la ley para sí mismo y, muchas veces
dicen, Dios mío dónde estás que te quiero ver”, reflexionó.
Por esas razones, sugirió a las
tres parejas y a todos los esposos y esposas de la parroquia que se quieran
mucho, añadiendo que, de esa forma, los hogares serán la primera escuela de
valores para los hijos, “porque lo que papá y mamá les da, no lo da la escuela,
el colegio, ni la universidad”, indicó.
Posteriormente volvió a ser
hincapié en el perdón, refiriendo que los niños aprenden a perdonar, cuando ven
que sus padres de perdonan entre ellos, “cuando los esposos se ponen a rezar
juntos por sus hijos, el cielo se abre y las bendiciones de Dios caen sobre
Ustedes (…) rezad por ellos, en esos momentos que el muchacho la muchacha no siguen el
camino que Ustedes quieren, en esos momentos que los corajes y las iras, vienen
a nuestro corazón y a nuestra boca, rezad por vuestros hijos”.
“Recordad que vuestros hijos, hoy
día, ya no escuchan con el oído. Vuestros hijos escuchan por los ojos y es
inútil que les den consejos porque no oyen. Ellos escuchan de la vida que ustedes
llevan y escuchan, no el consejo que ustedes dan, sino la vida y el ejemplo bueno o malo que ustedes
les dan”, enfatizó.
Respeto a la vida.
También se dio tiempo para
referirse al pecado del aborto y al maltrato a los ancianos, “la vida hay que
respetarla siempre y de manera especial en los más débiles y ¿qué hay más débil
que una criatura en el vientre de la mamá? ¿Qué hay más débil que un anciano
pobre, enfermo, sin nadie que lo atienda, sin cuidados médicos?”,
interrogó.
“Nosotros como iglesia anunciamos
a la familia la necesidad de respetar la vida del niño desde el vientre de su
madre y la necesidad de apoyar a nuestros ancianos. Que a ningún anciano le
falte el apoyo y el respeto de los hijos. Ustedes no se olviden de sus
veteranos. No es justo que una mamá esté enferma y no tenga quien le lleve un
jugo y su hija anda por allí flamante, hecha una profesional. No es justo que
un señor esté enfermo y no tenga para comprar la receta y ha trabajado toda la
vida por los hijos y ahora, ingratos, se olvidan porque llegaron a ser alguien por
el sacrificio de sus padres”, dijo.
Finalmente cumplió con la
ceremonia del matrimonio de las tres parejas tonchigüenses y el bautizo del
menor, insistiendo en la necesidad de mantener la familia unida como una célula
imprescindible de una sociedad cristiana como la que quiere Dios.
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