lunes, 16 de noviembre de 2015

Dos pescadores pasaron el susto de su vida en alta mar.


Permanecieron a la deriva por varias horas luego de que el motor se les averió.

Fueron 29 horas las que estuvieron a la deriva dos pescadores artesanales tonchigüenses, luego de que el pasado viernes salieran a faenas de pesca como a las 05:00 de la madrugada y, dos horas más tarde, sufrieron la avería del motor y, desde ese momento, hasta las 12:00 del siguiente día estuvieron en alta mar al vaivén de las olas sin ayuda alguna.

Antonio Bermúdez Murillo, el motorista de la embarcación, narró que, como a las 07:00 del viernes y a varias millas frente a las costas de Esmeraldas, empezaron a lanzar el espinel (material de pesca) al mar y, cuando llevaban alrededor de 150 anzuelos calados, el motor se les apagó y no les volvió a funcionar nunca más.

Señala que, por la distancia en que se encontraban, no había señal celular y, por ello, no pudieron comunicar, oportunamente, de la situación que estaban padeciendo a sus familiares que se encontraban en tierra.

A la deriva.

Añade que, desde el momento en que notaron que el motor no volvería a funcionar, levantaron el material de pesca sin producto alguno y quedaron a la deriva, pues todo lo que lanzaron al mar para que les sirviera como ancla, a fin de que la embarcación no rodara con las corrientes marinas y el viento, no les dio resultado y se alejaron de las costas más de 30 millas adentro.
“Alrededor de las 10:00 (del viernes) pasó una lancha hacia tierra pero, al parecer, sus ocupantes no nos divisaron y continuaron sin acercarse donde nosotros”, dijo el humilde pescador.
Añadió que allí se perdía una esperanza de salvación y, desde esa hora, continuaron a la deriva sin observar más que agua por todos lados, “felizmente el viento y las olas estuvieron calmados durante ese día y toda la noche”, indicó.

El rescate.

Agregó que, al siguiente día,  con su compañero, Miguel Acosta, empezaron a racionar la poca agua de tomar que cargaban, pues ya los escasos alimentos que habían llevado estaban por acabarse.

El sábado, cuando el sol estaba en lo más alto del firmamento y ya iban para las 30 horas a la deriva, pasó junto a ellos una lancha cuyos ocupantes, felizmente, se acercaron hacia ellos.

“Era de las que pescan dorado y, luego de tanta insistencia que le hicimos, accedieron a remolcarnos pero, únicamente, hasta donde hubiera señal telefónica para que pudiéramos comunicar nuestra posición”, comentó Bermúdez.

Dijo que entendía la situación porque el tipo de pesca que habían realizado las personas que les estaban auxiliando, es de varios días y se calcula el tiempo para llegar a puerto antes de que el producto empiece a afectarse y, al remolcarles, el trayecto debían hacerlo más lento y perderían tiempo, poniendo en riesgo la pesca que ellos llevaban.

Remolcados.

Felizmente, más pudo el espíritu de solidaridad, que lo que pudiese perderse en cuanto a producción, y los pescadores les remolcaron por alrededor de cuatro horas, pues a eso de las 16:00 del sábado, se encontraron con una de las lanchas de Tonchigüe que andaban en su búsqueda.

“Allí, con un infinito agradecimiento, nos despedimos de nuestros salvadores y nuestros preocupados compañeros de puerto nos trajeron hasta Tonchigüe”, dijo el ya tranquilo pescador mientras recibía el abrazo de felicidad de sus familiares, amigos y allegados que esperaban intranquilos y con la preocupación del momento en la orilla de la playa.

Comunican rescate.

Ya remolcados por sus compañeros, pocos minutos después, detectaron señal telefónica celular y comunicaron que estaban siendo trasladados a tierra, noticia que fue recibida con felicidad y algarabía en la parroquia Tonchigüe.

La odisea la vivieron los humildes pescadores en la embarcación “Hermanos Stivfer” y lo normal era que retornaran antes del anochecer del mismo viernes y, al no arribar a puerto en el tiempo previsto, empezó la preocupación de sus familiares.

En la mañana del sábado, luego de no conocerse nada de ellos en toda la noche, empezó una intensa búsqueda con la colaboración de compañeros pescadores que recorrían la inmensidad del mar en varias embarcaciones.

Mientras sus familiares, con la preocupación y desesperación propia del momento, solicitaron el apoyo de la marina, tanto en el Retén Naval de Tonchigüe como en la Capitanía de Puerto de Esmeraldas, quienes también apoyaron con la búsqueda.

El arribo.

El tiempo pasaba inexorable y mientras en alta mar los compañeros pescadores aguzaban la vista para tratarles de divisar en la inmensa y agitada superficie del océano, en tierra firme, familiares, amigos y allegados, eran presa de la desesperación e impotencia, lo cual cambió en alegría y felicidad una vez que se conoció que los pescadores venían siendo remolcados hacia tierra, arribando a puerto a las 18:00 del sábado.


En la playa, un número considerable de moradores les esperaba y, al tocar tierra, los humildes pescadores recibían los abrazos y lágrimas de alegrías de sus familiares y más cercanos amigos, con lo que culminaba con felicidad un día de desesperación e incertidumbre en la parroquia Tonchigüe.

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