Permanecieron a la deriva por
varias horas luego de que el motor se les averió.
Fueron 29 horas las que estuvieron a la deriva
dos pescadores artesanales tonchigüenses, luego de que el pasado viernes
salieran a faenas de pesca como a las 05:00 de la madrugada y, dos horas más
tarde, sufrieron la avería del motor y, desde ese momento, hasta las 12:00 del
siguiente día estuvieron en alta mar al vaivén de las olas sin ayuda alguna.
Antonio Bermúdez Murillo, el motorista de la
embarcación, narró que, como a las 07:00 del viernes y a varias millas frente a
las costas de Esmeraldas, empezaron a lanzar el espinel (material de pesca) al mar
y, cuando llevaban alrededor de 150 anzuelos calados, el motor se les apagó y
no les volvió a funcionar nunca más.
Señala que, por la distancia en que se
encontraban, no había señal celular y, por ello, no pudieron comunicar,
oportunamente, de la situación que estaban padeciendo a sus familiares que se
encontraban en tierra.
A la deriva.
Añade que, desde el momento en que notaron
que el motor no volvería a funcionar, levantaron el material de pesca sin
producto alguno y quedaron a la deriva, pues todo lo que lanzaron al mar para
que les sirviera como ancla, a fin de que la embarcación no rodara con las
corrientes marinas y el viento, no les dio resultado y se alejaron de las
costas más de 30 millas adentro.
“Alrededor de las 10:00 (del viernes) pasó
una lancha hacia tierra pero, al parecer, sus ocupantes no nos divisaron y
continuaron sin acercarse donde nosotros”, dijo el humilde pescador.
Añadió que allí se perdía una esperanza de
salvación y, desde esa hora, continuaron a la deriva sin observar más que agua
por todos lados, “felizmente el viento y las olas estuvieron calmados durante
ese día y toda la noche”, indicó.
El rescate.
Agregó que, al siguiente día, con su compañero, Miguel Acosta, empezaron a
racionar la poca agua de tomar que cargaban, pues ya los escasos alimentos que
habían llevado estaban por acabarse.
El sábado, cuando el sol estaba en lo más
alto del firmamento y ya iban para las 30 horas a la deriva, pasó junto a ellos
una lancha cuyos ocupantes, felizmente, se acercaron hacia ellos.
“Era de las que pescan dorado y, luego de
tanta insistencia que le hicimos, accedieron a remolcarnos pero, únicamente,
hasta donde hubiera señal telefónica para que pudiéramos comunicar nuestra
posición”, comentó Bermúdez.
Dijo que entendía la situación porque el tipo
de pesca que habían realizado las personas que les estaban auxiliando, es de
varios días y se calcula el tiempo para llegar a puerto antes de que el
producto empiece a afectarse y, al remolcarles, el trayecto debían hacerlo más
lento y perderían tiempo, poniendo en riesgo la pesca que ellos llevaban.
Remolcados.
Felizmente, más pudo el espíritu de
solidaridad, que lo que pudiese perderse en cuanto a producción, y los
pescadores les remolcaron por alrededor de cuatro horas, pues a eso de las
16:00 del sábado, se encontraron con una de las lanchas de Tonchigüe que
andaban en su búsqueda.
“Allí, con un infinito agradecimiento, nos
despedimos de nuestros salvadores y nuestros preocupados compañeros de puerto
nos trajeron hasta Tonchigüe”, dijo el ya tranquilo pescador mientras recibía
el abrazo de felicidad de sus familiares, amigos y allegados que esperaban
intranquilos y con la preocupación del momento en la orilla de la playa.
Comunican rescate.
Ya remolcados por sus compañeros, pocos
minutos después, detectaron señal telefónica celular y comunicaron que estaban
siendo trasladados a tierra, noticia que fue recibida con felicidad y algarabía
en la parroquia Tonchigüe.
La odisea la vivieron los humildes pescadores
en la embarcación “Hermanos Stivfer” y lo normal era que retornaran antes del
anochecer del mismo viernes y, al no arribar a puerto en el tiempo previsto,
empezó la preocupación de sus familiares.
En la mañana del sábado, luego de no
conocerse nada de ellos en toda la noche, empezó una intensa búsqueda con la
colaboración de compañeros pescadores que recorrían la inmensidad del mar en
varias embarcaciones.
Mientras sus familiares, con la preocupación
y desesperación propia del momento, solicitaron el apoyo de la marina, tanto en
el Retén Naval de Tonchigüe como en la Capitanía de Puerto de Esmeraldas,
quienes también apoyaron con la búsqueda.
El arribo.
El tiempo pasaba inexorable y mientras en
alta mar los compañeros pescadores aguzaban la vista para tratarles de divisar
en la inmensa y agitada superficie del océano, en tierra firme, familiares,
amigos y allegados, eran presa de la desesperación e impotencia, lo cual cambió
en alegría y felicidad una vez que se conoció que los pescadores venían siendo
remolcados hacia tierra, arribando a puerto a las 18:00 del sábado.
En la playa, un número considerable de
moradores les esperaba y, al tocar tierra, los humildes pescadores recibían los
abrazos y lágrimas de alegrías de sus familiares y más cercanos amigos, con lo
que culminaba con felicidad un día de desesperación e incertidumbre en la
parroquia Tonchigüe.
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