Tres jóvenes
pescadores de la parroquia Tonchigüe que quedaron a la deriva en alta mar, por
aproximadamente 24 horas, debido a un desperfecto en el motor de la lancha en
la que trabajaban, fueron encontrados sanos y salvos en la mañana del pasado
martes lo que generó tranquilidad en sus familiares que desesperaban por no
saber nada de ellos.
Los
tres humildes pescadores habían salido a faenas de pesca el lunes a las 05:00
y, luego de haber efectuado una primera pesca, como a las 09:00 de ese mismo
lunes, intentaron arrancar el motor y éste no funcionó por lo que optaron por
amarrar los materiales de pesca y tirarlo a la profundidad del mar para que les
funcione como ancla, a fin de que el viento y las corrientes no les alejaran
más de la orilla, mientras esperaban a que alguien les rescatara.
Los
obreros del mar, ya en tierra y repuestos del susto, comentaron que mientras
esperaban la situación se hacía desesperante y, en horas de la tarde, el viento
empezó a soplar más fuerte y las olas se elevaban peligrosamente. “Una de ellas
casi nos vuelca. Nos dejó media fibra (embarcación) llena de agua y otra nos remató.
Felizmente no nos viramos y logramos mantenernos en el interior”, dijo uno de
los pescadores que habían vivido la odisea.
Señalaron
que durante la noche pasaron en tinieblas, con el riesgo de ser atropellados
por otra lancha o los grandes buques que suelen cruzar por nuestras costas,
pues no tenían con que alumbrarse debido a que jamás pensaron pasar la noche en
el medio del mar.
Para
Darío Ganchozo, uno de los pescadores que vivió la escalofriante experiencia,
esta es la segunda ocasión que vive una situación desesperante en alta mar,
pues el lunes 21 de enero del 2013, la embarcación en la que laboraba naufragó
frente a las costas de Galera y él, junto a uno de sus hermanos menores,
quedaron a merced de las olas por aproximadamente 2 horas en que felizmente
fueron recatados por otra embarcación, gracias a que pudo hacer una llamada a
tierra mientras le funcionó el celular.
Dijo
que, la situación vivida entre el lunes
y martes anterior, se les complicó porque ninguno de los tres cargaba teléfono.
“El mío se me había hundido en el agua hace una semana y no había comprado
otro. Me confié porque es un motor nuevo. Jamás pensé que la bujía me iba a
fallar”, comentó.
En
todo caso dijo que continuará laborando en esas peligrosas tareas, pero de
ahora en adelante tomando mayores precauciones, las cuales también recomienda a
sus demás compañeros de pesca para que no les ocurra lo que le sucedió a él y a
sus otros dos acompañantes en el último episodio vivido.
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