Martha Casierra Mina, una humilde mujer de la parroquia
Tonchigüe que se gana el sustento diario recopilando los pocos productos que
puede encontrar y que le facilitan a la orilla del mar de esa localidad, se
sorprendió en la mañana del pasado lunes cuando, al circular por el sector de
la desembocadura del río Tonchigüe, observó un frasco de vidrio herméticamente
cerrado con una tapa roja y, en su interior, una diversidad de cosas que le
llamó la atención.
La humilde
dama señala que movida por la curiosidad, abrió el indicado frasco y de él
salió un olor nauseabundo interno, además de una especie de carne de algún
animal, varias alcanforinas, montes diversos, un papel con varios nombres de
personas y la foto recortada de un hombre y una mujer de, aparentemente,
avanzada edad.
La dama
señala que, a su criterio, esto es objeto de alguna brujería para hacerle daño
a alguna o varias personas, aunque en su creencia, considera que, al abrir el
frasco, desamarró el hechizo y ha salvado la vida de las personas que se
buscaba afectarles a través de esta
práctica malsana.
Los
diversos objetos que se esparcieron en el lugar y el olor que se podía percibir
a varios metros a la redonda, llamó la atención de varios curiosos que se
acercaron por el lugar y los comentarios fueron diversos entre quienes creen y
los incrédulos, frente a este tipo de situaciones.
No
obstante, ni creyentes, ni incrédulos, se atrevieron a recoger los objetos y
los dejaron en la arena para que las olas del mar posteriormente se encargaran
de esparcirlos y con ello evitar que el hechizo surta efecto con las personas a
las que, presumiblemente, estaba dedicado.
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