La tradición de velar a los seres queridos que han partido a la eternidad, no sólo se da al momento que han fallecido en el velatorio de cuerpo presente, sino que, en algunos casos, cada domingo o cada año (el 2 de noviembre) en el lugar de su sepultura, pero también lo hacen en el lugar donde perecieron, particularmente si el hecho ocurrió en un accidente o si le arrebataron la vida por asesinato.
Éste último caso, lo pudimos observar el sábado anterior, un día después del día dedicado a los fieles difuntos, cuando un joven, en un trayecto de la vía Atacames – Muisne, en el tramo comprendido entre Tonchigüe y Abdón Calderón, ubicaba una vela en dos de cuatro cruces que existen a un costado de la carretera en ese sector.
El joven reveló que había sido enviado por su madre a ubicar las velas en las dos cruces porque allí, en un fatal accidente ocurrido hace más de 25 años, “murió mi abuelito y un tío junto a dos personas más que no sé quiénes son”, señaló.
Refirió que él no nacía todavía cuando ocurrió el lamentable accidente y es poco lo que sabe sobre el suceso, pues dice haber escuchado que sus familiares se movilizaban en el balde de una camioneta hacia el sector de Barlovento y, en el lugar donde hoy yacen las cruces, otro vehículo les impacta y generó la tragedia que dejó cuatro muertos y varios heridos en aquel entonces.
Lo cierto es que pese al tiempo transcurrido de aquella tragedia, los deudos aún mantienen latente el recuerdo de sus seres queridos y, por lo que pudimos observar, al menos cada dos de noviembre, el sitio es tratado y limpiado para continuar levantando plegarias por el alma de esos seres, que trágicamente y hace más de 25 años, atravesaron el fino hilo que separa la vida de la muerte.
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