En medio del pesar, dolor y llanto de sus familiares, amigos
y allegado, que multitudinariamente le acompañaron en el cortejo fúnebre, ayer miércoles, en horas de la tarde, fue sepultado el cadáver de la extinta
maestra tonchigüense Quenia María Morante Vera, de 46 años de edad, quien
falleció en la madrugada del martes anterior, en el hospital Carlos Andrade
Marín de la ciudad de Quito, luego de una intervención quirúrgica a la vesícula
que se le practicó hace más de un mes en el Hospital del IESS de Esmeraldas y
que, lejos de mejorarla, agravó su salud sin poder restablecerse hasta el
desenlace fatal.
La extinta
maestra tenía 23 años de servicio en el magisterio y 17 de ellos como docente
en la Escuela Quito, centro educativo donde ella misma se educó en su niñez y,
por ello, ayer miércoles en la tarde, se levantó una capilla ardiente donde su
cuerpo permaneció por varios minutos.
La docente era muy apreciada y
considerada en esta localidad, razón por la que la noticia de su fallecimiento
causó profunda consternación en la sociedad tonchigüense y, tanto en su
velatorio como en las honras fúnebres, el acompañamiento fue
multitudinariamente numeroso.
Durante la despedida final en el
cementerio general de la parroquia Tonchigüe, se vivieron escenas desgarradoras
de dolor y llanto, pues sus familiares y amigos más cercanos, se negaban a
aceptar lo que el destino les había deparado, pues consideraban muy pronto la
despedida de una joven maestra, amiga, madre y hermana que había demostrado
amor para con los suyos y responsabilidad para con su tarea educativa en el
plantel más antiguo de la parroquia Tonchigüe.
Lo cierto es que hoy, esta
distinguida maestra tonchigüense, yace en una tumba fría del cementerio general
de la parroquia que le vio nacer, pero dejó en la tierra y en su pueblo, un
legado de educación y valores, tanto en los estudiantes que tuvieron el
privilegio de tenerla como su educadora, como en los padres de familia, amigos
y familiares, que tuvieron la suerte de tratarla en su paso por la vida.
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