viernes, 14 de junio de 2013

Ola hundió su embarcación y remó con el agua al cuello.


Un Humilde pescador de la parroquia Tonchigüe, Gonzalo Olaya López, pasó el susto de su vida en la noche del pasado miércoles, luego de que, como a las 18:30, mientras se disponía a levantar del mar sus materiales de pesca, su pequeña embarcación, tipo bongo, como producto del fuerte oleaje que se presentaba en ese momento, sucumbió a una milla de las costas frente al sector de Barlovento.
 
            El humilde pescador señala que la embarcación se llenó totalmente de agua, aunque felizmente no se viró, razón por la que pudo mantener el equilibrio y en esas circunstancias empezó su odisea en la inmensidad del mar, “no podía achicar (sacar el agua de la lancha) porque de nada me valía,  pues las olas volvían a ingresar agua a mi bongo”, dijo.
 
Añadió que, en esas circunstancias, optó por abandonar sus materiales de pesca y empezó a remar lentamente hacia la orilla, con su embarcación llena de agua y  temiendo que, en cualquier momento, se fuera a pique definitivamente y, mientras él luchaba con la fuerzas de las olas y el viento, en tierra sus familiares empezaron a preocuparse porque no había llegado a la hora que debía llegar.
 
            Frente a esta situación dieron aviso a las autoridades del Retén Naval y, con  la ayuda de varios pescadores de la zona, iniciaron una intensa búsqueda en la obscuridad y en la inmensidad del mar para dar con el pescador desaparecido,  búsqueda  que, a la postre, fue infructuosa, pues Gonzalo Olaya, ayudado por sus propias fuerzas y la del Supremo Creador, luego de 7 horas, es decir, más o menos, a la 1 y media  de la madrugada de ayer jueves, llegó a tocar arena en el sector de Barlovento. Una vez allí, aseguró en tierra firme a su pequeña embarcación y caminando alrededor de una hora llegó hasta el pueblo de Tonchigüe donde fue recibido con felicidad por sus familiares que eran presas de la incertidumbre y la desesperación.
 
            Ayer jueves en la mañana, con la ayuda de otros pescadores, acudieron a rescatar la embarcación y los materiales de pesca que, felizmente, no habían sufrido mayores consecuencias, pues su propietario, pese al susto pasado, está obligado a volver a la aventura del mar, considerando que, de esa forma, lleva el sustento diariamente a su hogar. “Tendré que hacer un esfuerzo para adquirir una lancha más grande con un motorcito”, dijo finalmente con nostalgia el humilde pescador.
 

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