viernes, 21 de octubre de 2011

Vuelven las molestias en Tonchigüe por vehículos pinchagüeros.


Desde inicios de este mes, cuando se reanudó la pesca de la pinchagua, luego de la veda habitual del mes de septiembre, durante los días que se ha realizado desembarques por la playa de Tonchigüe, se ha vuelto a notar la afectación al medio ambiente que produce esta actividad, tanto en el sector de embarque como a lo largo de las arterias por donde, posteriormente, circulan los vehículos que transportan la pinchagua hacia los lugares de procesamiento, fuera de nuestra provincia.

            La afectación al medio ambiente se produce por cuanto los vehículos esparcen agua con sangre proveniente del hielo y marisco que acarrean o trasladan, dejando regado el líquido en el lugar en que se estacionan o por donde circulan para salir de la localidad y la situación se agudiza porque, el agua sangre, posteriormente, empieza a emanar olores nauseabundos que incomodan a los vecinos de la cabecera parroquial de las vías por donde circulan los vehículos.

            Mientras tanto, en la vía principal, por el sector comercial, la situación se agudiza más, porque por ese lugar, en la mayoría de las veces, circulan vehículos pinchagüeros, al parecer, provenientes de Atacames, en horas de la noche, dejando abundante agua sangre regada a lo largo de la vía, cuyos malos olores se intensifican con el pasar de las horas, incomodando a los vecinos del sector y a quienes circulan permanentemente por esa vía.

            Hay que destacar que, en una reunión efectuada a principios de este año, los representantes de los barcos transportadores de pinchaguas que desembarcan el producto por la playa de la parroquia Tonchigüe, se comprometieron ante las autoridades de la localidad a construir rampas de hormigón en los sectores por donde desembarcan y a darle un mejor tratamiento a las aguas sangre, ubicando válvulas de obstrucción en los vehículos, pero luego de haber transcurrido dos vedas, los propietarios de los barcos están faltando a su compromiso.

Y, pese a las incomodidades que esto está causando en la población, al parecer, las autoridades parroquiales, poco o nada hacen, para hacer respetar ese compromiso que los mismos representantes de los barcos aceptaron frente a ellos.


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