domingo, 1 de mayo de 2011

Clodomiro Chávez, ejemplo de trabajo y constancia en la parroquia Tonchigüe


En una humilde vivienda del barrio san Antonio, encontramos a Don Clodomiro Aquiles Chávez Vergara, quien a sus 91 años de edad y pese a que ha perdido el sentido de la visión, trata de desenvolverse por sí solo, pues él sale e ingresa a su vivienda, manteniéndola cerrada con un candado cuya llave la domina a la perfección.

Don Clodomiro, con una memoria todavía lúcida, nos contó que, en una fecha que no recuerda, posiblemente en la segunda década del siglo pasado, el nació en una humilde vivienda del ahora cantón Tosagua, provincia de Manabí. Fue el tercero de 10 hermanos del hogar conformado por los esposos manabitas José Pedro Chávez y Casilda Vergara.

 Señaló que su infancia la pasó junto a sus padres, caracterizándose por entretenerse con el juego de la pelota, pero a medida que crecía y cuando se hizo jovencito, entonces “ya no jugaba pelota, empezaba a ayudarle a mis padres al cuidado de las vaquitas o a trabajar la tierra para cosechar los frutos”, nos comenta.
Sus primeros ingresos económicos personales los alcanzó vendiendo leña en Tosagua, posteriormente cuando había cumplido la mayoría de edad, se trasladó con un cuñado suyo a Charapotó, ciudad costera de la provincia de Manabí, dedicándose a la agricultura y la pesca, conociendo allí a la mujer con la que contrajo su primer matrimonio.

“Fue la de mala que se me murió le dio vómito y diarrea. En ese entonces la medicina no se encontraba como ahora y sin haber procreado ningún hijo, rindió cuentas al cielo”, refiere un tanto nostálgico.

Luego de aquel duro golpe de la vida, pasó un tiempo solo, dedicado al trabajo en la misma ciudad de Charapotó y, su primer amor, aun después de muerta le seguía a todas partes. (GRAB) “Nos queríamos bastante que ella me seguía. En todas partes la sentía, parece que me quería llevar (…) luego me retorné a Tosagua y allí ya no me siguió, para acá no conocía pues”, dijo en medio de una sonrisa.

 Y allí, en su natal Tosagua y luego de aproximadamente dos años conoce a quien  fuera su segunda esposa y aunque con ella alcanzó a tener 3 hijos, dos mujeres y un varón, la historia se repitió “se me muere en el alumbramiento de una tercera niña, que fallece dos meses después. Parece que ella se la llevó”, dice Don Clodomiro.

Posteriormente se trasladó con sus hijos a Quito, donde vivía uno de sus hermanos, allí se dedicó a la zapatería, plomería y soldadura, pero como una de sus niñas tenía problemas por el clima, debió retornar a su natal Tosagua. Allí, dejó a sus tres vástagos con sus padres y el fue a parar a un sitio denominado Cucuy, en San Isidro, en la misma Provincia de Manabí. Allí también se dedicó a labrar el campo, “donde había la culebra en cantidad, matábamos diariamente más de 30, felizmente nunca me afecté por la mordedura de alguna de ellas”, refiere.

Agrega que estando en Cucuy, por iniciativa de un sobrino de él, se instala una pequeña aula para enseñar a los niños las primeras letras y, en efecto, matricula a casi 30 niños “así que entonces me dediqué por un tiempo a dar clases, pero dejé esa tarea porque los padres de familias no me pagaban”.

Refiere que él se hizo profesor sin haber terminado la primaria, pues él sabía leer y escribir y eso le enseñaba a sus estudiantes.

Relata que cuando dejó de dar clases, retornó donde sus padres a Tosagua y, luego de poco tiempo, vuelve a Cucuy, pero con herramientas de carpintería “casi no sabía nada, pero ahí la práctica me fue adiestrando y realicé algunas tareas de carpintería”.

Señala que, con ese trabajo, se convirtió en maestro y pasado un buen tiempo conoció a la que pasó a ser su tercera esposa y con quien procreó 8 hijos, siendo su compañera hasta hace un año, cuando también emprendió el viaje a la eternidad, “con ella fue que yo pasé el mayor tiempo de mi vida. En Cucuy tuvimos nuestros primeros 4 hijos y adquirimos nuestros primeros bienes: un terreno y, al menos, 10 cabezas de ganado”, recuerda Don Clodomiro.

Posteriormente buscando mejores días, vende lo que tenía en Cucuy y con su familia se trasladó hasta un sitio denominado Sopla Viento, por la zona del Cantón El Carmen Provincia de Manabí. Allí también se dedica a la agricultura y la ganadería, además de a la carpintería, llegando a convertirse en un maestro respetable en la zona. En Sopla Viento nacen 4 hijos más.

Finalmente señala que a Tonchigüe, llega hace unos 20 años atrás, pues ya sus hijos se habían disgregado y algunos de ellos estaban por esta zona. Primeramente se instaló en el recinto El salto; luego adquirió un terreno en el barrio El Centenario, donde construyó una casita y mantuvo una tienda por largo tiempo.

Ahora, ya en el ocaso de su existencia y habiendo perdido la visión hace dos años, reside en una humilde vivienda del barrio San Antonio, siempre al cuidado de su hija Luz. Dice no sentirse acomplejado ni mortificado y estará con gusto en este mundo hasta que el Supremo Creador así se lo permita, descartando eso sí, un cuarto matrimonio, “No, no, no, no, eso ya no, sería una sinvergüenzada la mía que yo quiera algo así”, señala con una amplia sonrisa.

Y así, con una sonrisa jovial y con su inseparable guitarra, continúa viviendo con energía Don Chávez, cantando siempre alabanzas a Dios, a ese Dios que le ha dado al gracia de vivir por 91 años hasta el momento y todo indica que lo mantendrá en la tierra, como ejemplo vivo del esfuerzo, el tesón y el trabajo, por mucho tiempo más.

Y para dejar sentado el ejemplo de su constante lucha, este portal, dedica este homenaje en vida a Don Clodomiro, en este 1 de mayo, en que se celebra el día Internacional del Trabajo.


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