La tradición de elaborar y quemar los denominados años viejos, como en la mayoría de las regiones de nuestro país, no es ajena en los sectores rurales de nuestra provincia, tal es el caso de la parroquia Tonchigüe, donde los monigotes se pueden apreciar en la mayoría de los barrios de la localidad.
Algunas de las familias que tienen la tradición de elaborar los muñecos, todavía los hacen tomando ropa vieja, la cual la rellenan con hojas secas, periódicos o aserrín, ubicando en la parte baja del pantalón relleno un par de zapatos viejos; mientras que, en las mangas de las camisas, por lo general largas, ubican guantes relleno o manos elaboradas con cartón. En la cabeza suelen ubicarle una careta sostenida en un trozo de madero.
Mientras tanto, los más actualizados, elaboran los muñecos a base de cartón, periódico y madera, dándoles formas y figuras diversas. Los elaborados en esta forma, han empezado a ser comercializados en la población, siendo los mayores consumidores los turistas que llegan a pasar el fin de año en los balnearios de esa parroquia.
En la comunidad también se recuerda la elaboración de representaciones que, con diversos materiales, realizaba la familia Benítez, tradición que aún mantienen varios de los hijos del extinto Heráclito Benítez. Ellos estilan representar hechos que han llamado la atención en la población, tal es el caso de vehículos, barcos, helicópteros, entre otras creatividades que son recorridas por las principales calles de la parroquia y que, a la media noche del 31 de diciembre, al igual que un común monigote, también arde en medio de las llamas.
Lo cierto es que, como en la mayoría de las comunidades de nuestro país, la parroquia Tonchigüe también vive intensamente la tradición de elaborar y quemar los muñecos denominados “Años Viejos”, como una tradición enraizada en lo más profundo de la cultura tonchigüense.
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